El economista Antoni Riera considera que el sector Comercio debe afrontar una «reconversión y modernización» de sus prácticas. Tras un profundo estudio de la Fundación Impulsa Balears que dirige, apunta como claves «una mayor especialización de la oferta, tanto en productos como en servicios y atención al cliente, que permita alcanzar un equilibrio sostenible entre los diferentes formatos de distribución y venta, una mejora de la productividad en los procesos empresariales basada en la integración de las nuevas tecnologías», así como «una percepción más integral de la experiencia de compra para generar confianza en el cliente con servicios adicionales y posteriores a la venta y una mayor segmentación de la demanda que facilite la adaptación al perfil cada vez más diverso que presentan los consumidores».
Por otro lado, el mismo economista explica que «la actividad comercial vive una profunda transformación debido a los intensos cambios sociológicos, tecnológicos y normativos acontecidos en los últimos años y avanza hacia un entorno más flexible y de mayor competencia por los nuevos espacios comerciales y la creciente influencia de las nuevas tecnologías en las formas de consumo». Además, en opinión de Riera «la mejora de las competencias y habilidades de la fuerza laboral se erigen en el principal aliado del comercio para abordar el reto tecnológico y alcanzar un mayor grado de diferenciación». Asimismo, el estudioso opina que «el aprovechamiento del capital humano es clave en la generación de valor del sector, ya que los conocimientos de la fuerza laboral se erigen en un importante aliado para abordar el reto tecnológico». Y en declaraciones a esRadio97.1 el mismo economista señalaba el importante peso específico del coste de personal para el sector y la incidencia que podría tener un incremento de los salarios de las magnitudes que actualmente se han empezado a negociar en el convenio colectivo.
El director técnico de Impulsa considera «estratégica» la apuesta por «la cooperación empresarial como pilar fundamental para poder obtener beneficios comunes a la hora de abordar la búsqueda de nuevas fórmulas de valor en el sector del comercio». En este sentido, el informe monográfico sectorial destaca la figura de las Zonas de Revitalización Económica según el modelo de los Bussines Improvement Districts (BID) desarrollados en el Reino Unido, como un ejemplo significativo de cómo la creación de una estrecha red asociativa entre los comercios de las áreas urbanas puede contribuir a facilitar el acceso a herramientas competitivas de mayor escala y mejorar las condiciones de entorno del conjunto de las unidades empresariales implicadas». Esta colaboración estratégica permitiría -según Riera- desplegar líneas de acción orientadas a incidir sobre los ámbitos de actuación más relevantes para el sector, destacando «el marco regulatorio, dando visibilidad a los intereses del Comercio dentro de la articulación de la política sectorial y económica, así como urbanística y del resto de normativa de carácter transversal que pudiera afectar».
El informe señala asimismo como ámbitos de actuación fundamentales la incorporación de talento, atendiendo a la necesidad de adecuar los conocimientos y habilidades tanto de empleados como de empresarios a los requerimientos específicos de la práctica comercial, y de tecnología, abordando el objetivo de reducir la brecha digital existente entre las pymes y las grandes empresas del sector, especialmente por lo que respecta a la digitalización de los establecimientos comerciales de proximidad, la integración de los canales de comercialización offline-online y los sistemas de control de aprovisionamiento y gestión de stocks.
Riera ha destacado en la presentación del informe de Impulsa «la contribución del sector a la economía balear descansa, en gran medida, sobre el comercio minorista, y desempeña un importante rol en la generación de valor regional». El comercio genera anualmente en las un valor añadido bruto de 2.530 millones de euros, cifra que supone, descontados los servicios inmobiliarios, la segunda contribución más elevada a la economía balear (10,2%), tan solo precedida por los servicios de alojamiento y restauración (18,6%). Una aportación que es similar a la que el comercio efectúa a nivel nacional (10,3%) y ligeramente superior a la que se contabiliza a nivel de la UE-28 (9,6%). Asimismo, el sector, especialmente el segmento minorista, está afrontando un intenso proceso de cambio estructural en el que la pérdida de tejido empresarial dentro el pequeño comercio en los últimos años contrasta con el dinamismo de los grandes formatos de distribución».
La actividad comercial se desarrolla en Balears a través de un total de 14.744 empresas, las cuales representan alrededor de una sexta parte del tejido empresarial de la Comunidad (15,3%). Específicamente, siete de cada diez empresas del sector se adscriben a las actividades comerciales minoristas (71,2% vs 28,8%, mayoristas). Mientras, «el sector comercial tiende hacia estructuras de mayor tamaño y complejidad ante el marco de creciente competencia e integración tecnológica». De este modo, «aunque el tejido comercial de Baleares está formado en una elevada proporción por unidades empresariales de tamaño reducido, las empresas de mayor tamaño han ganado peso a lo largo de los últimos años en el sector».
Prueba de ello es que la progresiva transformación del tejido comercial esté dando lugar a una elevada dinámica demográfica en la que el cierre de empresas en el sector minorista (11,3%) supera a las aperturas (10,1%), mientras que en el tramo mayorista, las defunciones empresariales (8,6%) se mantienen por debajo de los nacimientos de nuevas empresas (8,9%).
Desde el punto de vista territorial, el informe destaca que la contribución del comercio es especialmente relevante en los municipios de menor tamaño alejados de los focos turísticos, en un contexto en que Palma se erige en el principal polo de atracción comercial. La capital balear constituye un centro de consumo en el que el comercio es estratégico en la articulación de la actividad económica y social de la ciudad y que, más allá de su importancia como motor económico, el comercio constituye uno de los elementos más definitorios de la estructura urbana.